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El principio de demarcacion del empirismo o positivismo logico

Tanto Karl Popper como los empiristas lógicos -o positivistas lógicos, que no es lo mismo pero en este contexto no es necesario diferenciar ambos conceptos- han propuesto un criterio de demarcación, mas ambos criterios presentan más diferencias que similitudes.
En este post nos referiremos fundamentalmente al primer criterio.
Tanto el criterio de demarcación de los miembros del Círculo de Viena como el del filósofo racionalista crítico pueden entenderse en principio como criterios de cientificidad, en el sentido de ser requisitos destinados a diferenciar entre algo que pertenece a la auténtica ciencia y algo que no pertenece a ella.
Un propósito parcialmente compartido, un poco olvidado en la actualidad -lamentablemente-, para la propuesta de sendos criterios de demarcación era poder separar las aguas respecto de ciertas teorías que se presentaban como científicas cuando en realidad no lo eran. Dicho sea de paso, el sociólogo Max Weber, sin proponer un criterio como tal, tenía la misma preocupación respecto de la sociología y las ciencias sociales.
Sin embargo, el rechazo de la pseudociencia y la "fraseología grandilocuente" "vacía", que se presentaba como conocimiento pero no lo era, era para los empiristas lógicos una cuestión programática, un objetivo de base ineliminable: para ellos el rechazo incluía la metafísica, filosofía especulativa que aludía a entidades como "el alma" o "la nada" que no se sabía qué cosa eran y, fundamentalmente, no había manera de poder tener una experiencia de ellas.
Para Carnap y los miembros del Círculo la filosofía especulativa, en el mejor de los casos, sólo podía tener valor poético. Dicho sea de paso, algo similar (en el sentido de valor literario) se ha dicho de los escritos de Freud, cuya teoría psicoanalítica era para Popper un conspicuo ejemplo de pseudociencia.
Pero el criterio de demarcación de Popper no se hacía eco de las tesis de los empiristas vieneses; para él, el la filosofía representaba un tipo de conocimiento -diferente del científico, por supuesto-, y poseía un valor incluso para la ciencia misma: para el autor de La lógica de la investigación científica los problemas filosóficos y metafísicos muchas veces sirven como inspiradores o puntos de partida para la formulación de hipótesis, que finalmente han de conducir al descubrimiento y al conocimiento científico.
Yendo ahora al tema específico, destacando estas diferencias entre ambos criterios, diremos lo siguiente.
El criterio de demarcación del empirismo lógico, conocido como "Criterio verificacionista del significado" o "Criterio de significación cognoscitiva" procuraba distinguir entre enunciados científicos y enunciado no científicos, o pseudocientíficos.
Para los positivistas lógicos, un enunciado era realmente científico si proporcionaba conocimiento, si describía algo realmente existente y no algo ideado por imaginativos filósofos con pretensiones de perspicacia respecto del mundo.
¿Cómo podía saberse si un enunciado realmente proporcionaba conocimiento acerca de alguna cuestión?
Un enunciado porporciona conocimiento -en la visión del Círculo de Viena y sus seguidores continentales- si posee significado. Aquí puede apreciarse la influencia del primer Wittgenstein, el del Tractatus Logico-Philosophicus en la propuesta del empirismo del siglo XX.
Los enunciados no significativos, simplemente no hablan de nada, son palabras sin contenido.
Los enunciados con significado son los de las ciencias formales, como la matemática, que poseen -según muchos sostienen- carácter analítico, y aquellos de las ciencias empíricas o fácticas que son verificables o refutables, directa o indirectamente, mediante la observación.
O sea, para el empirismo lógico un enunciado sobre el mundo, perteneciente a las ciencias naturales o sociales, representa conocimiento de la realidad y tiene significado si es posible establecer su verdad o falsedad a través de la experiencia.
Recordemos que los pensadores del Círculo de Viena adscriben al empirismo que es la doctrina gnoseológica (perteneciente a la teoría del conocimiento en general, no específicamente del conocimiento científico) según la cual la fuente y el criterio último para conocer es la observación.
De manera que un enunciado como "esta mesa es dura" es significativo porque su carácter de verdadero o de falso puede establecerse mediante la observación directa (en el sentido del empleo directo de las capacidades sensoriales), en tanto que un enunciado como "la nada nadea" y similares no es significativo, no tiene significado porque no brinda conocimiento debido a que no es posible observar la nada ni ninguna de sus presuntas actividades como "nadear".
También, un enunciado como "al aumentar la presión sobre un gas a volumen constante las partículas de ese gas chocarán con mayor frecuencia entre sí", también es significativo, porque si bien no se pueden observar directamente las partículas del gas, el enunciado tiene consecuencias observacionales (enunciados que se deducen de él que describen un evento directamente observable) que sí pueden verificarse o refutarse mediante observación: "subirá la temperatura del gas", por ejemplo, ya que el concepto de observación directa incluye el uso de instrumentos sencillos de empleo habitual.
Nótese que el criterio empirista lógico de significado es en realidad "observacionista" y no "verificacionista", pues la verificación es sólo uno de los resultados posibles (el otro es la refutación o falsación), de manera que un enunciado como "mañana lloverá aquí" es significativo según el empirismo lógico (describe un hecho observable), pero si mañana no llueve se probará que es falso, por lo que sí representa conocimiento: el conocimiento de como el mundo no es, diríamos en una especie de guiño popperiano.
Aunque lo importante, en esta visión, es que "la nada" no son más que unas palabras. El criterio de demarcación del empirismo lógico sufrió muchos cambios, en parte debido a sus propias limitaciones. En su versión inicial establecía que un enunciado de las ciencias empíricas tenía sentido o significado (aquí no es necesario diferenciar estos términos) si podía verificarse o refutarse directamente, pero ante el problema de qué ocurría con los enunciados teóricos (aquellos que contienen términos que se refieren a cosas que existen pero no son directamente observables, como "moléculas" en nuestro ejemplo), autores como Carnap y Hempel, entre otros, buscaron diferentes alternativas a lo largo de varios años para demarcar el ámbito de los enunciados científicos de los metafísicos.

Distintas maneras de entender qué es un triangulo

que es un trianguloCotidianamente todos hablamos de triángulos. No sólo la palabra forma parte de nuestro vocabulario habitual, en algún caso técnico, sino que incluso no consideramos problemático entender qué cosa es un triángulo: usamos el vocablo porque comprendemos su significado, ya que si no lo hiciéramos no nos entenderíamos entre nosotros y no podríamos estar seguros de qué queremos decir cuando incluimos el término "triángulo" en nuestras conversaciones o escritos.
Lo mismo corre con la palabra "triangular".
Pero ¿sabemos realmente qué cosa es un triángulo? ¿No usamos acaso, algunas veces, la palabra "triángulo" con diferentes significados sin darnos cuenta?

Distintas maneras de entender la palabra "triángulo"

Un triángulo es una figura geométrica. Habitualmente, relacionamos el triángulo con ciertas características esenciales, como ser una figura conformada por tres lineas, poseer ángulos internos cuya suma es de 180°, etc.
Pero aquí ya ha surgido un problema: que la suma de los ángulos interiores de un triángulo sea igual a 180° no es algo que esté en absoluto claro.
De hecho, esa es una característica del triángulo en la geometría euclidiana, pero existen geometrías no euclidianas en las que un triángulo no tiene tal característica.
Esto no es una cuestión relativa a sofisticación de matemáticos o expertos en geometría con mucho tiempo libre: por el contrario, es un tema muy complejo porque si se interpreta que la geometría es la disciplina que describe la naturaleza del espacio físico -como pensaba Einstein, por ejemplo-, ocurre que la teoría actual acerca de la misma (la teoría general de la relatividad) asume que el espacio no se comporta de manera euclidiana.
O sea, que en el macrocosmos, en grandes distancias, la suma de los ángulos internos de un triángulo es diferente de 180° según la geometría riemanniana de cuvatura variable empleada por Albert Einstein.
La simple explicación de por qué si usamos un compás los triángulos de nuestra experiencia aparentan medir 180° en su sumatoria es que las distancias en que nos manejamos cotidianamente son pequeñas: al igual que nos parece que la tierra que pisamos es plana, o que un escarabajo en el desierto tiene por universo el desierto.
Pero esto no significa que un triángulo sea algo cuyos ángulos interiores suman más de 180°, pues, suponiendo que la teoría einsteiniana sea correcta, ésta se refiere a triángulos físicos, o sea a triángulos del espacio real, situado espaciotemporalmente.
Einstein asumía que la geometría era geometría física, interpretada empíricamente, la disciplina que permitía revelar ciertas características estructurales del espacio real, de nuestro mundo.
Pero la geometría (y qué cosa es un triángulo) puede ser interpretada de otro modo: como una disciplina ideal o formal, tal como la matemática.
En este sentido, un triángulo es una figura abstracta, y nada más.
Luego podrá alguien hacer una interpretación física de la geometría, pero entonces tendremos la geometría pura y la aplicada, la geometría formal y la geometría física, siendo ambas diferentes.
Porque después de todo, si como afirmaba Euclides de Alejandría, una recta está constituida por puntos, y un punto es lo que no tiene extensión o anchura, entonces la geometría no se refiere a nada físico a nada situado en el tiempo ni en el espacio.
Un triángulo, en el sentido de entidad abstracta o ideal, forma parte de la misma bolsa que los números, diferentes de los numerales y de cualquier enumeración concreta de objetos -conceptuales o materiales-, lo que sería aritmética aplicada, de manera similar a como un triángulo abstracto puede interpretarse como una entidad física.

De manera que podemos entender que un triángulo es:
1) una entidad abstracta euclidiana
2) una entidad abstracta no euclidiana (perteneciente y definida por alguna teoría geométrica hiperbólica o elíptica)
3) una entidad física real, como el triángulo en papel o un triángulo entre tres estrellas, de naturaleza euclidiana.
4) una entidad física real, como el triángulo en papel o un triángulo conformado por tres estrellas, de naturaleza no euclidiana.
Lo que queda claro de todo esto, es que si estudiamos geometría, sea la de Euclides, la de Riemann o la de Bolyai, Lobatchevsky y Gauss, la teoría que elijamos se refiere a algo muy diferente de un dibujo en un papel o una pizarra, y lo que ocurra físicamente (como la medición sobre un dibujo) nada tiene que ver con las entidades abstractas, por lo que es enormemente dudoso, desde el punto de vista de la filosofía de la geometría, que el dibujo sirva para probar lo que ocurre en el ámbito de la idealidad, en el mundo abstracto definido por esas teorías.