Paul Feyerabend fue uno de los más importantes filósofos de la ciencia de la segunda mitad del siglo XX y fue, además, un personaje típico del siglo XX, una época que hace que la distancia que hoy nos separa de la Europa de preguerras sea tan abismal, tanto en las ideas como en la forma de vivir.
Nacido en Viena (1924), al igual que Popper (1902) y Wittgenstein (1889), sobre cuyas ideas tuvo interés en los comienzos de su vida intelectual, Paul Feyerabend es todo un personaje que provoca interés y hasta fascinación por sus episodios biográficos, su personalidad e incluso por lo fácil que es malinterpretar nociones específicas de una disciplina como la filosofía de la ciencia cuando toman contacto con "el gran público".
Las ideas de Paul Feyerabend dentro de la filosofía de la ciencia, y la evolución de su pensamiento, no son tan conocidos en detalle como sí lo son una serie de slogans que le dieron cierta fama y que son objeto de interpretaciones y usos académicos muchas veces equivocados, algo propiciado por la escritura del mismo Feyerabend y que, de hecho, no le preocupaba en absoluto.
Uno de ellos es el pretendido "anarquismo epistemológico" propugnado por el vienés, expresión metafórica y vaga que el mismo Feyerabend reconoce que no consiste en un rechazo del método científico, sino en una crítica de las ideas de algunos filósofos de la ciencia de su época que, puestos a refelexionar tanto en el plano epistemológico como en el metaepistemológico, adoptaban prescripciones que juzgaba dogmáticas.
Un ejemplo extremo de las interpretaciones inadecuadas de las ideas de Feyerabend es que algunas personas que se proclaman "anarquistas" o asumen posturas de izquierda se hacen eco de ciertas formas de una vulgata viral del pensador, algo al menos curioso considerando que Feyerabend fue nazi, y no meramente un simpatizante o soldado de la segunda guerra mundial, sino que formando parte del ejército alemán llegó incluso a ser comandante de un batallón en el malogrado Frente Ruso, logrando condecoraciones por ello.
Parte de la equivocidad responde al modo de escribir del propio Feyerabend, quien acostumbraba utilizar metáforas políticas y frases de gran poder de marketing, como algunas de Marx por ejemplo.
Pero al hacer esto, si bien se consigue éxito retórico con facilidad en el público no especializado (en el ámbito académico de la filosofía de la ciencia especializada Feyerabend tuvo un efimero brillo, si bien lo tuvo), se incurre en una vaguedad que impide saber exactemente qué se está diciendo acerca de aspectos muy específicos que, naturalemente, el lego no conoce.
El mismo Feyerabend pareció reirse o tomar de un modo muy particular (propio de su personalidad ácida) este asunto, por ejemplo señalando en Matando el tiempo, su autobiografia intelectual, que el famoso escrito Contra el método (una de las vías de acceso a su fama fuera de ámbitos académicos) se podía interpretar de dos maneras: en serio y en broma.
Si afirma que una frase, párrafo o libro entero debe interpretarse "en broma", esto a su vez es ambigüo pues ¿qué significa "en broma"? ¿acaso en un sentido irónico, queriendo decir lo contrario? ¿totalmente en broma, no queriendo decir nada sobre el tema (lo que podría ser una confesión de engaño)?
Así y todo, Paul Feyerabend fue uno de los filósofos de la ciencia más agudos y perspicaces del siglo XX, fundamentalmente por su capacidad para apreciar detalles, aspectos profundos y no advertidos por filósofos ni científicos tanto en física teórica, filosofía de la física, filosofía de la ciencia y metafilosofía de la ciencia. De este asunto nos ocuparemos en otros posts.
Curiosamente, el filósofo estudioso de la física cuántica y de la metafilosofía de la ciencia que se desempeñó con gran eficacia en el ejército nazi trabó años después una entrañable amistad con alguien que fue víctima de los nazis al punto de tener que cambiarse de apellido para sobrevivir en su Hungría natal dado su origen judío: el filósofo de las matemáticas y de la ciencia Imre Lipschitz, conocido como Imre Lakatos, cuyas madre y abuela murieron en Auschwitz.
Feyerabend no se cansaba de manifestar el entrañable afecto que tendía por el filósofo que analizaba las ciencias en términos de programas de investigación.
Y una última curiosidad de Feyerabend es que, durante el movimiento estudiantil de fines de la década de 1960 mantuvo una buena relación con los estudiantes rebeldes, algunos de los cuales llegaron a ver en Paul un aliado en defensa de la libertad, algo no tan extraño si se considera su hiriente individualismo, su espíritu beligerante y su hábito de invitar a los estudiantes a los bares luego de sus clases en Berkeley a beber cerveza y establecer largas y diversas discusiones.
Feyerabend no se cansaba de manifestar el entrañable afecto que tendía por el filósofo que analizaba las ciencias en términos de programas de investigación.
Y una última curiosidad de Feyerabend es que, durante el movimiento estudiantil de fines de la década de 1960 mantuvo una buena relación con los estudiantes rebeldes, algunos de los cuales llegaron a ver en Paul un aliado en defensa de la libertad, algo no tan extraño si se considera su hiriente individualismo, su espíritu beligerante y su hábito de invitar a los estudiantes a los bares luego de sus clases en Berkeley a beber cerveza y establecer largas y diversas discusiones.